Haití

Hispaniola fue encontrada por Colón en 1492. Es cedida a Francia la mitad de su territorio, como botín de guerra dos siglos más tarde y pasa a llamarse Haití. Durante ese periodo los colonos blancos consiguen hacerla una isla rica en base al comercio de algodón, azúcar, café y cacao producido por medio millón de esclavos negros. La situación de esclavitud y de tensión, lleva a una revuelta de los esclavos. No sólo los lleva a enfrentarse a los franceses sino también a los ingleses que apoyan a los colonos blancos. Es la primera República en Latinoamérica, que se libera de la dominación europea en noviembre del 1803. Llegan a reconquistar la otra mitad de la Isla (Dominicana).

En 1843 una revuelta de los dominicanos los devuelve a su frontera anterior y marca el fin de las glorias de Haití.

En 1915 toda la isla de Hispaniola es ocupada por Estados Unidos y sólo se retiran 20 años más tarde. En Dominicana dejan al General Trujillo, en Haití dejan una sucesión de presidentes que profundizan su declive y pobreza. En 1957 el Ejército, con el apoyo norteamericano, coloca a un médico muy popular François Duvalier, quien usará el odio negro contra los mulatos y creará una dictadura sangrienta instrumentada por su policía política, los «Tonton Macutes». Crece una minoría muy rica en base a la corrupción y una mayor pobreza en la población. En 1971 muere y es sucedido por su hijo «Baby Doc», quien lleva al límite el despilfarro de los bienes públicos y el asesinato de 40.000 oponentes. Un nuevo golpe en 1986 le saca del país con ayuda de la Fuerza Aerea de USA y vivirá en Paris, con el dinero robado.

Le siguen meses de turbulencia política. Elecciones democráticas llevan a la presidencia a un sacerdote salesiano, Bertrand Aristide, que fuera perseguido por Baby Doc. Aristide encarna las aspiraciones de la mayoría de ese pueblo pobre. El General Cedras, en un golpe militar a poco más de un año de su presidencia, lo manda al exilo a Estados Unidos. La frustración y la represión lleva a miles de haitianos a volcarse al mar en cualquier tipo de embarcación queriendo llegar a otras tierras, en especial a Miami. Muchos mueren en el mar, parte de los que llegan a las costas americanas son devueltos a Haití lo que no ocurre con los cubanos que hacen la misma travesía. La presión internacional e interna en Estados Unidos (incluso desde las Iglesias) frente a la represión en Haití, lleva al Gobierno de Clinton a cambiar su rumbo e invade Haití para re-instalar a Aristide. Este, ahora alejado del Vaticano, casado, ha cambiado. Es acusado de violar los Derechos Humanos y en poco tiempo amasa una fortuna. La sociedad se divide entre aquellos que se sienten traicionados y aquellos que todavía le siguen ciegamente. Se da un quiebre muy fuerte en el espectro político y Aristide es sacado de Haití por los Estados Unidos y Francia, exilado finalmente en Sudáfrica.

Rene Preval, que pertenecía al grupo de Aristide pero que tomó distancia de éste en sus excesos, fue elegido democráticamente. Es un hombre honesto que ha conseguido en este tiempo cierta estabilidad y mejoras en el país, pero no tiene el carisma de líder para una catástrofe de esta magnitud. El terremoto no sólo destruyó el palacio de Gobierno, varios Ministerios, el Parlamento y el Palacio de Justicia, sino que también murieron legisladores, jueces y ministros. En este momento, una de las tragedias es que no existe gobierno, nadie toma decisiones y este vacío está siendo ocupado por quienes han asumido la ayuda humanitaria.

Pero detrás de esta historia, fue ocurriendo otra historia de saqueo, de corrupción y explotación. Una pequeña clase muy rica que reside mayormente en Petion Ville. Ellos hacían sus compras en Miami y sus hijos estudian en el extranjero. Poco les importa lo que pasa en Cite Soleil, donde he visto cocinar en un bidón enorme, una cabeza de vaca sin carne como único alimento para varias familias.

Haití es un país donde hay más de 120 Organizaciones no Gubernamentales humanitarias de todo tipo. Sin embargo el avance es muy escaso. No hay planes en conjunto, no hay prioridades, en una estructura social donde todo es carencias. Uno se pregunta dónde se estaría si esta ayuda no existiera. Por otro lado grandes empresas extranjeras, se benefician de esa pobreza por el bajísimo costo que produce de mano de obra. Si esas empresas pagaran un salario digno esto haría una gran diferencia. Hace algunos años se denunció a una empresa norteamericana por la importación de sangre haitiana. Encontraron que había haitianos que lo único que podían vender era su propia sangre. Otra propuesta podría ser que algunos gobiernos implementen además de la ayuda, la cancelación de todas las deudas que Haití tiene con esos países. Por lo menos Francia ha tomado esta iniciativa frente al Club de Paris.

El desastre no fue solamente en Puerto Príncipe, hay pueblos cercanos igualmente destruidos donde nadie ha llegado.

Hace un par de años científicos franceses y norteamericanos habían anunciado al gobierno haitiano la posibilidad de este terremoto. Pero qué podía hacer el gobierno haitiano para reforzar estructuras y crear logística ante un posible sismo, si apenas podía recuperarse de los cuatro huracanes que la habían azotado. Puerto Príncipe está encima de una falla de placas teutónicas que avanzan a un paso de dos centímetros por año en colisión. El informe que publicó el 16 de enero el diario Le Monde de Paris dice: «El 12 de enero, un sólo pequeño pedazo de la falla ha cedido y dentro de un año o dentro de una decena de años, se producirá otro sismo igual o peor y más cercano a Puerto Principe. Cuando vengan los tiempos de reconstrucción este riesgo deberá ser tenido en cuenta». Este es otro gran tema que plantea la naturaleza. ¿Habrá capacidad de previsión, de pensar en otro lugar o por lo menos dotar a lo que se construya con condiciones antisísmicas?

Pero la urgencia inmediata es salvar vidas, devolverles una mínima dignidad de personas. La magnitud y los escombros no sólo hablan de la intensidad del terremoto pero también de construcciones inadecuadas, ineficientes y de una historia inhumana e injusta. Ojalá este sea el comienzo para que un nuevo Haití pueda ser construido, con derechos, oportunidades, justicia y dignidad.

Para las Iglesias Metodistas y en especial para IMU, han habido dos muertes muy sentidas:

El Pastor Sam Dixon.- Era el Director de las oficinas para Emergencias y Refugiados (UMCOR) de la Junta General de Ministerios Globales en Nueva York. El dio un apoyo muy importante a la IMU, como el del Plan del Norte y muy especialmente a todo el programa de Peces. Recientemente aprobó la financiación para la reestructura del edificio del Instituto de Buena Voluntad en el Cerro. También convino, hace cinco años, la permanente ayuda a los programas de salud y medicina, que atendió las necesidades de las diferentes clínicas y en especial a la Clínica de Bella Unión. Su cuerpo se rescató sin vida entre los escombros del Hotel Montana, donde habían ido a disfrutar en un momento de descanso de reuniones, con una vista magnifica de Puerto Principe.

El Pastor Clinton Rabb.- Director del Departamento de Voluntarios. Era el Coordinador a nivel de USA de todo el programa de Voluntarios en Misión (UMVIM). La IMU ha tenido el beneficio de estos grupos que han estado llegando sistemáticamente desde el 2004. Clinton tenía un alto aprecio de como se estaba dando la relación con la IMU. El pudo ser rescatado con vida luego de 55 horas bajo los escombros. Una viga había aprisionado sus piernas. Fue trasladado de urgencia a Miami pero falleció el día 16 al no poder superar el debilitamiento y la gravedad de las heridas. Ambos estaban con otros miembros de UMCOR tratando de ampliar los servicios de Salud junto con la Iglesia de Haití.

El Consejo de Iglesias Metodistas de América Latina (CIEMAL) ha convocado a todas las Iglesias Metodistas del Continente a levantar recursos monetarios para ser enviados a UMCOR para apoyar su tarea de reconstrucción y emergencia en este momento de extrema dificultad en Haití.

 

Rv. Oscar Bolioli

Vicepresidente del CIEMAL

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