Jesús da de comer a una multitud y camina sobre el agua

Juan 6:1-21

El Evangelio de hoy nos recuerda que Jesús es el Yo Soy, el Pan de Vida que nos encontró a través de la Palabra que se hizo carne y habitó entre nosotros.

A diferencia de los sinópticos, el enfoque del Evangelio de Juan es muy distinto, pero hay algunos pocos milagros que comparten, uno de ellos es la multiplicación de los panes y los peces, recordando el milagro de Eliseo en el Antiguo Testamento. Al contemplar el milagro, la gente asocia a Jesús con el profeta venidero, pero Juan nos muestra que Jesús es más que un profeta; es el Pan de Vida.

El verdadero milagro de la multiplicación de los panes se da cuando uno de los presentes, un niño, está dispuesto a compartir sus cinco panes de cebada y dos pescados en salmuera. Este acto de compartir se convierte en un milagro comunitario de sinergia perfecta. El niño ofrece lo que tiene, los discípulos los presentan a Jesús, y Jesús da gracias, los parte y los entrega a los discípulos para que los repartan entre la gente.

El pasaje presenta dos extremos: necesidad y abundancia. El pueblo esperaba que Jesús fuera un nuevo rey que proveyera sus necesidades básicas, pero el Evangelio nos señala que Jesús es mucho más que un proveedor; Él es el Pan de Vida cuyo Reino se realiza en el compartir, en el servicio y la comunión de los hermanos; proclamado la palabra, celebrado en la liturgia, en la Santa Cena, unidos en la oración y viviendo el bautismo.

El segundo relato, Jesús caminando sobre el mar, enfatiza la identificación divina de Jesús. «Yo soy; no temas”.
Yo soy el Pan de Vida.

 

Nos despedimos con una versión poética del Padre Nuestro por nuestro hermano Gerardo Oberman.

El pan nuestro
Danos, Dios de la tierra y de los trigales,
el pan nuestro de cada día.

Ese pan que no nos pertenece,
que es tuyo y que es generoso,
que es pan para compartir,
que es pan que se hace bendito
cuando alcanza a cada persona,
cuando sacia hambres y soledades,
cuando no se acapara ni se esconde.

Pero no nos des solo el pan,
danos también la dignidad que se nos niega en estos mundos nuestros
donde los muros y las guerras
y las grietas y las ambiciones
y los neoliberalismos y los fundamentalismos
excluyen, marginan, condenan,
expulsan, matan.

Danos mesas donde poder encontrarnos
para celebrar nuestras humanas diversidades.
Danos la capacidad del abrazo,
de la mirada cálida,
de la mano tendida, del corazón sensible,
del compromiso con la plenitud de la vida.

Danos palabras que animen,
acciones que incluyan,
gestos que den esperanza,
canciones que dibujen mañanas
de panes tiernos y justos
y de copas rebosantes del vino de la equidad.

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