La confesión de Pedro

Querida comunidad,
el evangelio de hoy nos sitúa en un contexto de incertidumbre y crisis, donde las primeras comunidades cristianas, tras la muerte y resurrección de Jesús, enfrentaban una profunda desesperación debido a la opresión del Imperio Romano y también por parte de las autoridades religiosas. Las masacres, el hambre y la imposición de impuestos asfixiantes generaban miseria, miedo, dolor, sufrimiento y dudas, incluso sobre si Jesús era realmente el Mesías.

En este contexto, la comunidad marcana recuerda la pregunta de Jesús: ¿Y ustedes, quién dicen que soy? Esta es una de las más profundas y desafiantes en los evangelios. No se trata solo de una cuestión histórica o teológica, sino de una invitación personal. Jesús no busca únicamente saber qué dice la gente, sino qué creen aquellos que le siguen. Es un llamado a la reflexión personal sobre la identidad de Jesús en la vida de cada uno.

Pedro, respondiendo en nombre de los discípulos, declara: Tú eres el Mesías. Esta afirmación es un momento crucial, ya que reconoce a Jesús como el enviado de Dios, aquel que trae la salvación. Sin embargo, la respuesta de Pedro también lleva implícita una visión de un Mesías que lideraría a Israel contra la opresión mediante la fuerza. Jesús, por su parte, redefine inmediatamente esta idea: su mesianismo no está basado en la fuerza o en la victoria política, sino en las buenas nuevas que generan un cambio de vida y, consecuentemente, de actitud.

La pregunta sigue resonando hoy para cada uno de nosotros: ¿Quién es Jesús para mí? ¿Qué lugar ocupa en mi vida?

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