Jesús enseña a mucha gente

Hoy, al reflexionar sobre el evangelio según Lucas 6:17-26, somos llamados a considerar dónde depositamos nuestra confianza y qué es lo que realmente cuenta para Dios. Este pasaje nos presenta las bienaventuranzas y los ayes, desafiándonos a alinear nuestras vidas con los valores del Reino: amor, justicia y solidaridad.

Las enseñanzas de Jeremías y el Salmo 1 nos recuerdan que la verdadera felicidad no se encuentra en las riquezas, el poder o la sabiduría humana, sino en confiar plenamente en el Señor y vivir conforme a Su Palabra. Como discípulos de Cristo, estamos llamados a construir un Reino fundamentado en estos principios, siguiendo el ejemplo de Jesús, cuya muerte y resurrección demuestran que el amor de Dios prevalece sobre la injusticia y la muerte.

En un mundo donde la injusticia y el egoísmo parecen prevalecer, es esencial recordar que la justicia de Dios es perfecta. Nuestra misión es ser agentes de cambio, promoviendo el amor, el perdón y la equidad en todas nuestras acciones. Al hacerlo, no solo obedecemos el llamado divino, sino que también encarnamos la esperanza de un mundo transformado por Su gracia.

Nos despedimos con palabras de esperanza en forma de poesía, escritas por nuestro hermano Gerardo Oberman – Red Crearte:

Buenas venturas
Benditas las personas a quienes las puertas del Reino les son abiertas de par en par,
porque en su pobreza han sabido hacer realidad el proyecto solidario de Jesús.
Entendieron lo del “pan nuestro”. Viven en mundos sin puertas ni techos,
pero, a la vez, sin muros ni exclusiones.

Benditas las personas que tienen hambre y que, desde ese lugar de insatisfacción, reclaman,
resisten, marchan, protestan ante las injusticias de un mundo cruel y perverso.
En su búsqueda de dignidad y equidad serán saciadas
por la gracia de un Dios que ha elegido caminar de su lado.

Benditas las personas que lloran los dolores que duelen a sus prójimos y que,
aún en su propia angustia, han aprendido a sonreír y a cantar,
a abrazar y a cuidarse unas a otras.

Benditas las personas insultadas y perseguidas por compartir
el mensaje liberador e inclusivo de Jesús. ¡Hay insultos que son un maravilloso regalo!

Benditas las personas cuya riqueza no es poseer, sino saber compartir, extender la mesa,
hacer más grandes los espacios, construir puentes y sembrar flores en las grietas.

Benditas las personas que aprendieron a reír, descubriendo la belleza en las cosas simples,
que no conocen el rencor y que duermen plácidamente.

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