Mensaje Pascua 2019

Isaías 53:5-9

5 Él fue traspasado por nuestras rebeliones,
y molido por nuestras iniquidades;
sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz,
y gracias a sus heridas fuimos sanados.

6 Todos andábamos perdidos, como ovejas;
cada uno seguía su propio camino,
pero el Señor hizo recaer sobre él
la iniquidad de todos nosotros.

7 Maltratado y humillado,
ni siquiera abrió su boca;
como cordero, fue llevado al matadero;
como oveja, enmudeció ante su trasquilador;
y ni siquiera abrió su boca.

8 Después de aprehenderlo y juzgarlo, le dieron muerte;
nadie se preocupó de su descendencia.
Fue arrancado de la tierra de los vivientes,
y golpeado por la transgresión de mi pueblo.

9 Se le asignó un sepulcro con los malvados,
y murió entre los malhechores,
aunque nunca cometió violencia alguna,
ni hubo engaño en su boca.

 

700 años antes del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, Isaías profetizaba sobre su fin en nuestro terrenal mundo. Una de las convicciones más profundas que tenemos los cristianos es que Jesús entregó su vida por nuestros pecados para que seamos salvos, para que tengamos vida y vida en abundancia.

Todo lo profetizado por Isaías se da después del arresto de Jesús, en Mateo lo encontramos en el capítulo 26: 47 – 56. Concretamente en el versículo 54, Jesús dice “¿pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?”.

Unos versículos antes- del 26:6 – 13- Jesús es ungido con aceite por parte de una mujer completamente anónima, no se da dato alguno de ella. Mesías significa “ungido” pero para nosotros los cristianos no es un ungido más. La costumbre judía era que se ungiera con aceite consagrado al nuevo rey. Para nosotros Jesús no es un ungido más sino El Mesías.

¿Estaba completa su obra entre nosotros con la muerte en la cruz? Hasta su arresto nos había dejado todo tipo de mensajes, de enseñanzas de cómo se debe vivir, había cumplido con uno de los motivos de su venida. Su comportamiento entre nosotros fue un ejemplo de cómo debemos vivir al considerarnos cristianos, al punto de mostrarnos su debilidad y dudas – bien humanas – expresadas en la oración en Getsemaní (Mateo 26:36-45).

En los versículos referidos anteriormente – como en otras tantas circunstancias -podemos ver que sus discípulos y sus seguidores todavía no había entendido cabalmente quién es Jesús. No alcanzaron los milagros que realizó ni los mensajes que dio. Es más, aún después de la resurrección dudaron – Marcos 16:14 – “… les repechó su incredulidad y dureza de corazón. Porque no habían creído…”

Quienes los conocieron de cerca no creyeron, no se dieron cuenta quien realmente era Jesús hasta que lo tocaron después de su resurrección. Esto era necesario para que pudieran ser capaces de entender y poder cumplir la gran comisión (Marcos 16:14 – 18).

Dios se hizo carne en Jesús quien, por tanto, tiene sangre divina – es Dios -, esa sangre derramada nos lavó de todo pecado. Marcos 16:16 – “El que creyere y fuera bautizado será salvo; mas el que no creyere será condenado”

Feliz y bendecida Pascua de Resurrección para todas y todos

 


Alfredo Alcarraz
presidente de IMU

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