Sábado Santo
Así como el periodo anterior a la Navidad se llama de Adviento, el Sábado Santo o de Aleluya también puede ser considerado Adviento, porque antecede el gran evento que es la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, cumpliendo su promesa de volver a la vida al tercer día después de su muerte en la cruz. Es el evento fundamental para el cristianismo, pues no creemos en un Cristo que quedó en la muerte, sino que la venció y ¡VIVO ESTÁ!
Hago un paréntesis para compartir una experiencia que de niño participé sin tener conciencia de su triste significado. El sábado santo, en Brasil, era el día de la malhação de Judas (linchamiento de Judas). Hasta donde me cuentan, también aquí en Uruguay era costumbre la quema de Judas, no sé si en la misma fecha. Días antes, era preparado el muñeco que representaba a Judas. Atado a un poste, recibía una paliza de toda la multitud de adultos, jóvenes y niños. Después, tirado de una cuerda en el cuello era arrastrado por la calle, siempre a golpes y, finalmente lo quemaban.
Un detalle extra, que solo de adulto me di cuenta, era que siempre lo quemaban en el mismo lugar, en la vereda frente a una sandwichería de mí ciudad, que se llamaba Schmith, de una familia judía. Desde la psicología social, de la sociología y/o antropología, esta faceta «bárbara» encuentra explicaciones.
Narra el evangelio según San Mateo, que Judas se arrepintió y por esta razón se ahorcó. El evangelio de Juan registra otra cosa, aunque parece ser un agregado tardío.
A lo que voy es que este adviento, que es el Sábado Santo, NO es tiempo para odios, revanchas o venganzas. Si así fuera deberíamos todos/as escondernos, pues ¡cuántas veces habremos traicionado a Jesús, por acciones y/u omisiones! SÍ, éste debe ser un tiempo de profunda reflexión sobre amor y salvación, sobre Gracia y perdón, sobre nueva vida, sobre solidaridad con todas las personas que sufren en este mundo, sea por epidemias, sea por injusticias/pecados sociales, sean de que origen sean.
Que Dios nos ayude, en esta semana, a ser mejores personas, mejores comunidades, mejores iglesias, mejores países, mejor humanidad.
Mercio Meneghetti
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