Un después en la elecciones en Estados Unidos

Lo primero que hay que recordar es que Estados Unidos  a pesar de ser una Nación, es una unión de  Estados distintos y cada uno se rige por sus propios criterios, más allá de las leyes de carácter nacional.

Las elecciones no son directas, sino que se eligen “delegados electores”, que representan la mayoría de votos en ese Estado.

El voto no es obligatorio y para votar uno se debe inscribir, dando a  conocer su preferencia política. Se puede votar desde el exterior e incluso por adelantado a la fecha de votación. En este sistema puede darse que un candidato gana  por el voto popular pero pierde por no alcanzarle los delegados.

Tradicionalmente los demócratas predominan en la costa del Pacifico y el nordeste del Atlántico y los Republicanos predominan el centro y sudeste del país. En este plano hay Estados que no son cambiantes en su preferencia. Entonces se vuelven claves para los candidatos,  ganar la elección en Estados indecisos con alto número de delegados como son: Florida, Ohio, Pennsylvania o Michigan.

Para ser electo Presidente el candidato debe reunir 270 delegados.  Lo que aparece en el tablero en base a sondeos, es que Trump tendría 157 delegados sólidos y 22 simpatizantes más. Clinton tendría 200 delegados sólidos y 72 simpatizantes  y habría 87 delegados indecisos. Esto puede cambiar cuando se cuenten los votos reales y, puede haber sorpresas.

Pero me parece que más allá de quien gane, se debe pensar en problemas que no aparecen.

Uno,  es que hay un cansancio de los electores en las viejas guardias del sistema, que no cambia en  ambos partidos. Hay un deseo de romper los moldes tradicionales  de las propuestas políticas. Aparecen dos candidatos que representan una ruptura con lo tradicional: Trump, en los republicanos, Sanders, en  los demócratas. Ambos de signos opuestos pero que cautivan rápidamente votantes. Uno, presentando el sueño de volver para atrás la historia y mano dura. El otro, mirando a un cambio en  la economía y la sociedad más justa.

Es increíble la adhesión de los jóvenes hasta los 40 que recibió Sanders. Se plantea que el 70%  de los nuevos jóvenes registrados, fueron por Sanders.

Trump cautivó los votos de los evangélicos conservadores y de los americanos que piensan en  lo que perdieron en la evolución del país. Al primero, la Vieja Guardia de su partido consiguió con irregularidades que Sanders no alcanzara la meta, en favor del clan Clinton. A Trump, el partido no pudo pararlo y quedaron por el camino sus candidatos preferidos… y pueden perder la mayoría en el Senado. Punto clave para perder la mayoría en  la Suprema Corte de Justicia, que es decisiva para muchas iniciativas del futuro Gobierno.

Es una elección sin entusiasmo. Ambos llegan con fuertes críticas a su ética personal. Ninguno de los dos candidatos es el preferido y los votantes no se sienten, en su mayoría, representados. ¿Hacia donde se volcará esa juventud frustrada que siente no estar representada por ningún candidato?. Es posible que no vote o se incorpore a los otros dos candidatos que no tienen posibilidades ni estructura detrás. ¿Cómo se expresará socialmente esa frustración?.

Las amenazas del Candidato Republicano de no reconocer los resultados si pierde, ensombrecen el escenario. Es un llamado que puede inducir a la violencia en una sociedad que ya la ha experimentado.

Estamos hablando de la elección de un país que juega un rol de extrema influencia en los destinos de nuestro planeta.

 

Oscar Bolioli

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