Una rendija para vislumbrar la verdad
La verdad, es un tema que está en juego en los acontecimientos relacionados con los Derechos Humanos durante la dictadura que fueron noticia en las últimas semanas. La “verdad” en contraste con la mentira, el ocultamiento y las distorsiones.
Buscando responder a la perturbadora pregunta de Pilatos “¿Qué es la verdad?” (Evangelio de Juan 18:38), vinculada al tema que nos ocupa, y colocándome del lado de las víctimas y de quienes padecieron las consecuencias de la represión de esa época, quiero compartir algunas pistas que nos permiten asumir una postura ética al respecto. Son hechos constatables, documentados, que surgen de investigaciones, entrevistas, artículos y cientos de testimonios:
– Conocidos torturadores, criminales y defensores de la dictadura justifican sus hechos aberrantes con total cinismo, crueldad y falta de respeto hacia las víctimas y sus familiares. Se confirma así, con sus propias palabras, lo que sistemáticamente han negado durante más de 45 años, mostrando el grado de deshumanización que produjo el terrorismo de Estado.
– Los Tribunales de Honor de las Fuerzas Armadas han mostrado su particular concepto del honor y la moral militar, que exculpa crímenes de lesa humanidad de sus miembros, ampara el código de respeto a los camaradas de armas, dando pie a que el Comandante en Jefe ignore y descalifique a la Justicia Civil. Al poner el acento en los torturadores más empedernidos y contumaces como si fueran “locos sueltos” que perdieron los “puntos de referencia”, se desfigura el hecho de que ellos eran parte de un engranaje dispuesto por el sistema represivo de esa época, según el cual nada se hacía sin el conocimiento y la aprobación de los superiores jerárquicos.
– Este episodio revela que la mentalidad militar que regía en la dictadura sigue vigente en los altos mandos, tanto en retiro como en actividad, ejerciendo presión en sus subalternos y en civiles afines a sus postulados.
– Según las investigaciones más serias, durante el terrorismo de Estado hubo 194 uruguayos detenidos-desaparecidos, en el marco del Plan Cóndor (coordinación represiva entre los países de la región); 26 de ellos desaparecieron en territorio uruguayo. Hasta el momento sólo se ha encontrado los restos de cuatro, enterrados en predios militares.
– Mientras, los Familiares continúan desde hace más de 43 años su lucha incansable reclamando la Verdad sobre el destino de sus seres queridos; y desde 1996, cada 20 de mayo, se lleva a cabo una multitudinaria “Marcha del Silencio”. Silencio respetuoso, digno, solidario, interpelante; que contrasta con el silencio culposo, mezquino, cobarde, de quienes en lugar de actuar con grandeza se amparan detrás del poder que les da la impunidad, lo que degrada aun más su condición humana.
– Estos hechos confirman que la impunidad para los responsables de crímenes de lesa humanidad sigue vigente. El “pacto de silencio” de la corporación militar sólo se quebrará cuando efectivamente algunos de sus miembros tomen conciencia de la gravedad de los crímenes cometidos, que afectan a toda la sociedad, y se dediquen a aportar información veraz sobre los desaparecidos, las torturas y ejecuciones sumarias.
– ¿Y la Justicia? Bueno, continúa siendo lenta, muy lenta y esquiva. Parece que el “muro” de contención funciona en forma de dilaciones, interpretaciones varias sobre inconstitucionalidad, complejidades administrativas, acusados fugitivos, prisiones domiciliarias benévolas.
– ¿Y qué nos dice todo esto a los ciudadanos sensibles, guiados por principios y valores insobornables de justicia y solidaridad humana? Creo Considero que por lo menos debe haber un llamado al discernimiento, que nos interpela a cada uno a usar nuestras capacidades para actuar en forma coherente con los valores que nos guían, aunque ello sea costoso.
Ademar Olivera
Pastor de la Iglesia Metodista
Mayo 10, 2019
Categorías: Reflexiones