Homenaje a Petronila Nieves
El jueves 29 de diciembre los vecinos del barrio Primavera de Trinidad vieron concretada una sentidas aspiración. Con acto homenaje con la presencia de vecinos, miembros y autoridades de la Iglesia y la Junta Departamental de Flores se inauguró el pasaje «Petronila Nieves» que une el camino vecinal que parte del edificio de la Iglesia Metodista donde también funciona un merendero y el proyectado bypass que responde al nuevo trazado de la Ruta 3.
La pastora Mirtha Coitinho hizo una breve exposición luego de la colocación de una placa de reconocimiento en el edificio de la Iglesia, destacando la vocación cristiana y amor por Jesús y el prójimo de nuestra hermana, y su rol como mujer que hoy suma un nombre femenino al nomenclator de calles del país.
Biografía Petronila Nieves
Todo comienzo, tiene necesariamente algo que lo une a una etapa anterior. Esta historia comienza en las primeras décadas del siglo XX en los campos del departamento de San José. Una pareja de recién casados comienza la nueva etapa tratando de sacarle a la tierra los beneficios suficientes para poder salir de la pobreza.
Ellos son Petronila Nieves Gambetta y Pedro Díaz Debese. Ambos habían nacido en San José, Pedro el 29 de abril de 1900 y Petronila el 30 de setiembre de 1909. Era el tiempo en que las radios argentinas tapaban el incipiente dial uruguayo, el contacto, en medio de la vastedad de los campos con el mundo, eran las clásicas radios “capillas” que funcionaban a batería. Don Pedro y doña Petronila compartían su soledad escuchando radio “El Mundo”. Doña Petronila accidentalmente se encuentra con un programa que emitía una iglesia evangélica desde Buenos Aires, a partir de ahí va a ser su programa favorito, tanto que hace el esfuerzo para poder conseguir una Biblia que el mismo programa le envía desde aquella gran ciudad. Será su guía y compañía gestora de sueños y utopías.
El nacimiento de un hijo siempre es bienvenido pero el trabajo es mayor. Los latifundios hacen lo suyo, asfixiando a los pequeños productores y esta familia decide vender sus pocas pertenencias e irse a la ciudad. El lugar elegido será Trinidad y el barrio que más tarde se llamará “Primavera”. Compran un local comercial, el viejo almacén de César Brown.
Nuevamente el comienzo, pero Doña Petronila lo primero que hace, antes de arreglar la mudanza, será ubicar una iglesia evangélica. La encuentra y, con gran alegría, es recibida por la comunidad metodista de Trinidad.
El almacén que instalan en el barrio va a ser con el tiempo el más surtido de la zona. También va a ser el lugar de reunión de los hombres del barrio, casi todos albañiles y, para las mujeres que, a las 2 de la tarde, iban a llorar con los radioteatros de Isolina Núñez alrededor de la única radio que había en ese tiempo en el barrio. Para doña Petronila no fue fácil vivir su fe metodista en un contexto todavía católico pero ella se abrió al barrio a través del servicio y la solidaridad.
El club de fútbol que se formó en el barrio tuvo su sede en el almacén que tomó el nombre del mismo y que luego se lo dio al barrio. Doña Petronila trabajó denodadamente hasta conseguir traer una canilla de agua a la esquina, para que todos los vecinos pudieran tener acceso al agua corriente. Muchas de las parejas de recién casados consiguieron en doña Petronila la garantía para sacar el dinero necesario del Banco de Flores y hacer su casa propia. La Sociedad Femenina de la Iglesia Metodista hacía llegar canastas de alimentos a las familias más necesitadas del barrio, canastas que doña Petronila preparaba y distribuía.
Pero eso era poco todavía, con un esfuerzo bastante grande hizo un curso de enfermería y el barrio tuvo su enfermera disponible a toda hora y en forma gratuita. Corría el año 1951 y el pastor Emilio Castro, recién salido de Facultad, hacía su año de práctica en Trinidad. Doña Petronila abrió su casa para que se predicara el Evangelio, a partir de ahí el barrio ya no fue el mismo. Los slides de vidrio proyectados en la pared del almacén nos deslumbraban con las historias de Jesús, era la primera vez que veíamos fotos en colores, sobre todo nosotros que en ese tiempo éramos niños.
A partir de aquí comienza a gestarse la comunidad metodista del Barrio Primavera, por un lado llevar los niños a la iglesia del centro para la Escuela Dominical, por otro, las visitas de pastores y líderes van aportando, poco a poco, la semilla que en algún tiempo parecía que no iba crecer, pero aprendimos que los tiempos de Dios no son muchas veces lo que nosotros pensamos.
Fue necesaria la visita de la Dioconisa Violeta Briata, excelente biblista, que hizo crecer aquella semilla que aún dormía. Las casas del barrio no fueron suficientes para albergar a tantas gentes ansiosas por conocer más de la Biblia. Los parrales de los Molina fueron el lugar donde la gente llegaba con sus bancos y sus perros para escuchar las historias de la Biblia. Los crudos inviernos no eran motivo para faltar, el frío se soportaba al calor de las historias de Jesús.
Las fiestas de Navidad eran fiestas del pueblo porque venían de todos lados a los terrenos que doña Petronila y Don Pedro donaron a la iglesia. Cuando Don Pedro y Doña Petronila se acogieron a la jubilación vendieron el viejo
almacén a la iglesia y se fueron a radicar a Montevideo cerca de su hijo y sus nietos.
El tiempo pasa, a veces, demasiado rápido, a veces, demasiado lento, en esta historia pasaron pastores, líderes, maestros, médicos, etc, que fueron haciendo su aporte y que nombrarlos sería imposible por miedo a dejar a alguno en el olvido. Cuando visité por última vez a doña Petronila en su lecho de enferma, me decía mientras su nieta la acicalaba los cabellos:
Tengo un gran sueño, y es que todo mi querido Barrio Primavera se entregue al Señor
Nosotros somos herederos de este sueño y estamos desafiados a poner nuestro pequeño aporte para hacerlo realidad.
Doña Petronila falleció el 4 de mayo de 1985 y su esposo, don Pedro, el 5 de setiembre de 1988, los dos en Montevideo, pero sus obras siguen con ellos.
Así, el viejo y querido almacén “La Primavera” de don Pedro y doña Petronila es hoy donde funciona la Comunidad Metodista de Servicio del barrio.
Oscar Villagrán
Categorías: Historia