El amor a los enemigos

El Evangelio de hoy, Lucas 6:27-36, nos recuerda las enseñanzas que Jesús dirigió a sus discípulos, no solo para que lo sigan, sino para que sean transformados por amor y vivan conforme a sus enseñanzas.

En un contexto marcado por la injusticia, la persecución, el desprecio, el sufrimiento y la opresión, la comunidad lucana recordó que la verdadera marca del discípulo o la discípula de Cristo no es simplemente cumplir normas o realizar actos de caridad, sino encarnar el amor, el respeto, la misericordia, la compasión y el perdón.

Esta espiritualidad encarnada nos desafía a vivir una auténtica metanoia, un cambio radical de mente y corazón que nos aleja del egoísmo y nos impulsa hacia la santidad en el amor. Amar y perdonar es uno de los desafíos más grandes en el seguimiento de Cristo.

Sin embargo, como discípulos y discípulas del Maestro, somos llamados a ser barro en las manos del alfarero, permitiendo que el Espíritu nos moldee y nos revista con sus dones, hasta reflejar plenamente su carácter.

 

Nos despedimos del día de hoy con poesía de José María Rodríguez Olaizola, sj

Seguiremos caminando
más allá de fracasos y golpes.
Seguiremos amando,
venciendo soledades y deserciones.
Seguirá la historia, la memoria poblada
y la espera impaciente de lo que ha de llegar.
Uniremos los pedazos dispersos,
los fragmentos de sueños.
Estrecharemos brazos heridos.
Setenta veces siete alzaremos los ojos
y retomaremos la ruta.
Con otros igual de frágiles, igual de fuertes,
igual de humanos,
haremos surcos en la tierra fértil
para seguir sembrando
un evangelio de carne y hueso
regado con los anhelos más hondos,
y crecerá, imparable, la vida…

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